sábado, 9 de abril de 2011

Moviendo cultura

El fin de semana pasado estuve en Castellón, mi provincia natal. Castellón es un lugar muy festivo. Hace dos semanas tuvimos La Magdalena. Y la semana pasada se celebró la semana cultural. Realmente durante todo el año se organizan actos culturales muy variados, conciertos, monólogos, actuaciones... Así que es de algo de lo que no nos podemos quejar. Y aunque no estoy en Castellón todo el tiempo que me gustaría, también es cierto que cuando puedo me escapo unos días.

Este fue el caso al que me refiero. Sin saber que iba a llamarse Semana cultural.

Como jornadas gastronómicas se organizó la Fira de la tapa. Consiste en que durante una semana todos los locales, restaurantes o bares, ofrecen por un módico precio una consumición de tapa y cerveza. En cada uno se ofrecen dos tipos de tapas, la dulce y la salada. Y la dulce suele estar hecha, como no, con naranja.

Al igual que la Fira de la tapa también existe una versión líquida, la Fira de cocktail.  Y bueno, el nombre ya lo explica todo.

Este tipo de acontecimientos son muy agradecidos y los considero muy valiosos. Por una parte porque beneficia localmente a Castellón, la gente sale de sus casas y las terrazas están llenísimas. Y más ahora con este buen tiempo.

Por otro lado porque da a conocer a nuestra provincia, lo bien que comemos y lo bien que se puede vivir en Castellón. En este instante recuerdo el día en que conocí a unas personas gallegas y no sabían ni que existía... Me da mucha pena que no se nos dé a conocer, por ello me alegro de que se organicen este tipo de fiestas. Sobretodo por la alegría que nos da a las personas, estar con amigos, comer, beber y pasar horas alrededor de una mesa.

Y también en esta época de crisis beneficia a ambas partes. A los restaurantes porque la gente acude puesto que el precio de la tapa es bajo. Y a las personas, a las que nos encanta quedar con conocidos e ir a tomar algo, porque podemos permitírnoslo.

Pero mi sorpresa llegó cuando el sábado por la noche, en la plaza del Ayuntamiento veo una gran escenario con un gran cartel. Cuando lo leí me quedé muy perpleja y, al reaccionar, me sentí super afortunada. Voy menos de lo que me gustaría, y resulta que cuando voy, ¡tengo la gran suerte de encontrarme con el mago Yunke!

No sé si todos le conoceréis pero es un fenómeno. Se llama Salvador Vicent, pero se le conoce como Yunke desde que a los 22 años decidió convertirse en mago. ¡Y vaya mago! Aunque parezca mentira fue nombrado uno de los mejores magos, en el top 5, allá por el 2001, junto a David Coperfield.

Bueno, pues su historia podemos contarla rápidamente, para que le conozcáis un poco más. Desde que su mentor le instruyó en el arte de la magia, allá por los 22 años no ha parado. Ha trabajado mucho y se esfuerza en cada uno de los espectáculos que da. Sus números tienen mucha fuerza, son muy arriesgados y eclipsa a todo el público. Yunke, como buen castellonense, es muy humilde y muy noble. Y eso que ahora mismo estará viajando por todo el mundo. Ha trabajado en Los Ángeles, Londres, París, New York o Milán, entre otras. Y siempre con cartel fijo y aforo completo.

En los úlimos meses había estado trabajando en un número muy impactante. Había podido ofrecer el estreno en cualquier capital del mundo, pero como Yunke no reniega de sus orígenes, decidió inaugurarlo en buena compañía, con su gente.

Azar o destino. Cuatro cajas. Una apisonadora. Yunke. Fue escondiéndose en cajas hasta que solo quedó una, la suya. Y el final, impresionante. En lugar de salir de la caja, apareció en lo alto del Ayuntamiento para descender por la fachada con una cuerda.

Muy bueno. Muy Yunke. Tiene mucha calidad y ojalá algún día se le conozca más en otras provincias españolas. Él triunfa en el extranjero, y eso es aún más mérito. Es, sin duda, uno de los mejores magos.

                                                      

Ésta es su página web: http://www.yunke.es/.

Pues bien, tuve un fin de semana bastante ajetreado y lleno de emociones. Pero siempre con la satisfacción de vivir la cultura de mi ciudad. No es comparable con Barcelona, puesto que Castellón no es ni tan grande, ni tiene los medios, ni tampoco lo pretende. Pero desde una posición muy modesta, no nos paramos y nos reinventamos, y sabemos gozar de lo que tenemos y de lo que podemos hacer.

Porque para pasárselo bien y disfrutar no hace falta estar en un gran ciudad.

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