Maravillosa y adorable. Deslumbrante en cada uno de los vestuarios. Puestas en escena perfectas e impresionantes. Con un equipo de bailarines que "embobaba" y con una voz que solo ella tiene y que no necesita nada más. Un espectáculo de concierto.
Anoche Kylie Minogue confirmó ser una diosa del Olimpo. Una total Afrodita para su emergente público. Icono gay. Icono hetero. Derrochó glamour y diversión en un concierto de dos horas y en el que no dejó indiferente a nadie.
Anoche Kylie Minogue confirmó ser una diosa del Olimpo. Una total Afrodita para su emergente público. Icono gay. Icono hetero. Derrochó glamour y diversión en un concierto de dos horas y en el que no dejó indiferente a nadie.
Tenía las entradas desde hacia muchos meses y esperaba la noche de ayer con muchas ansias. A las nueve y media justas empezó el show. Impresionante en el interior de una concha, subida después a Pegaso para pasar a ser arrastrada sobre un carruaje romano tirado por unos bailarines con esculturales torsos.
Lo cierto es que las canciones fueron precisamente escogidas y adapatadas al ritmo del mismo Olimpo. Un escenario rodeado de oro, en el que bailaban diosas y dioses vestidos delicadamente para cada canción. Kylie extremó vestuarios, desde el blanco al negro, del plata al oro, y de forma informal con shorts y una peluda para terminar como una burbuja dorada con gorro incluido.
En todo momento se percibió la felicidad que vive actualmente Kylie. Con una enfermedad totalmente superada, siendo éxito en ventas, con super-novio-modelo y apoyada por 15.000 fans en una mágica noche barcelonesa. Símbolo de ello fue el derroche de amor y delicadeza que sugirió todo el concierto.
Se atrevió no solo con el castellano, sino también con el catalán: "estic molt feliç de tenir família aquí, especialment al meu cupid boy, mister Andrés". Para acabar tumbada en el suelo, estirada, para llegar a su amor y fundirse en un cariñoso y suave beso. Gesto que emocionó al público y que generó una oleada de aplausos y voces.
Indiscutiblemente, el mejor concierto al que he ido hasta la fecha. Por el despliegue de decorados, vestuarios, equipo, canciones, puestas en escena, por la multitud de gente, y sobre todo por ella, por nuestra Kylie. Demostrando que una madurita también puede ser princesa y diva del pop.
Y arriba por la libertad que se vivió toda la noche. Miles de parejas homosexuales. Público gay al completo y con toda normalidad de proliferarse besos, gestos y demostrar su AMOR. Palabra estrella de la noche.
Solo me queda decir una cosa: we love Kylie!
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